Estoy acostumbrada a mudarme. Debido a mi labor profesional, he tenido que cambiar de casa más veces de lo que me hubiera gustado.
Si bien es cierto que cualquier cambio conlleva aspectos positivos. Las mudanzas suponen cambios, cambios de casa, de barrio, de vecinos, de ciudad e incluso de país; y de todos estos cambios se obtienen cosas enriquecedoras. Conoces gente nueva, nuevos lugares (algunos maravillosos), restaurantes de todo tipo, nuevas formas de vida o diferentes climatologías.
Visto así, me entran ganas de volver a mudarme, hasta que verdaderamente recuerdo, todas las tareas pesadas y cargantes que suponen esta acción.
Lo primero es saber a qué lugar vas a mudarte y empezar a buscar piso para instalarte alli, un sitio en un barrio tranquilo, dentro de nuestras posiblidades económicas y con unas dimensiones razonables. Una vez finalizada esta labor debemos empezar, con bastante antelación, a empaquetar todos nuestros enseres personales, que siempre son más de los que imaginamos. Al mismo tiempo, podemos ir buscando alguna empresa de mudanzas que se encuentre en nuestra población. Afortunadamente, hay bastantes empresas que se dedican a las mudanzas en Alcalá de Henares ( mi último punto de residencia), hay algunas muy económicas, pero a veces es preferible gastar un poco más y que todos nuestro objetos personales lleguen sanos y salvos a nuestra nueva casa.
Además de todo el papeleo que conlleva cambiarse de lugar y de vivienda, puesto que tendremos que modificar nuestra dirección de todos los papeles oficiales para que nos llegue correctamente el correo, y avisar a la gente que nos conoce (familiares, amigos, etc.), de nuestra nueva dirección, para no perder el contacto con nadie.
En fin, una larga lista de tareas por hacer que se nos hace interminable. A veces pienso si llegará el dia, en que podamos mudarnos con la casa a cuestas. |